jueves, 29 de abril de 2010

Uridim, cuaderno de bitácora D&D 24.04.2010

Una imagen del bosque espinoso cruzó por cruzó por mi mente, y solo el ajetreo de la taberna consiguió recordarme que no estaba en casa, sino en busca de información sobre “El despertar del titán”.
Decidí que era momento de volver a la misión que Elminster nos había encomendado, de modo que escudriñé la taberna en busca de gente que pareciera extranjera, es decir, sin aquél tono tostado en la piel.
Fracasé, pues todos tenían el mismo color de piel, de modo que me decanté por concentrarme en las voces que escuchaba en el lugar.
Gabriella, la asimar me abordó con una conversación que realmente no me interesaba, pero por modales tuve que seguirla la corriente.
Me contó que era de Athktla y me dio otra información que olvidé al momento.
Mis oídos captaron entonces la frase “Que el titán sea contigo” y mis ojos volaron en la dirección en que lo había escuchado.
Un quinteto de hombres encapuchados se encontraba hablando en torno a una mesa.
Maldije mi inteligencia al no haber buscado gente con tales atuendos, pero rápidamente descarté aquella idea y me escabullí por la taberna hasta colocarme lo suficientemente cerca del grupo.
Supongo que olvidé detener la conversación con la asimar, pues se me quedó mirando extrañada, y poco después entró Brakend, el humano de Suszail que nos acompañaba.
Decidí ignorarlos y prestar toda mi atención a aquella conversación, de modo que en cuanto escuché acerca de que tenían una reunión en una isla cercana para despertar a la Tarasca, decidí tirarme un farol y comenzar una conversación con ellos.

Me acerqué, y tuve que improvisar rápidamente una forma de darles a entender que formaba parte de la secta.
“¿Esperáis el despertar del titán?” – Fue lo único que se me ocurrió, pero dio resultado, porque me contestaron con “Que el despertar sea contigo”.
Logré entonces sonsacarles información y supe que planeaban reunirse en una isla cercana para despertar a la Tarasca y así estar más cerca de despertar al titán. Supe que irían en un barco que salía a las 22:30, un barco llamado “Espíritu de la noche”.
No tardé en decidir que aquél barco sería nuestro pasaje hasta la isla, de modo que me despedí de ellos y acudí en busca de unos uniformes de la hermandad que me habían dicho que se encontraban en un barril del puerto.

El resto de elegidos de Elminster me siguieron, el humano desconfiaba de mi, pero decidí ignorar su falta de inteligencia y les otorgué a cada uno de ellos una toga de sectario.

El hipócrita del Asimar, Ithmair, pensó que no podía ir en un barco haciéndose pasar por nuestros enemigos, de modo que partió en un barco pesquero.
Absurdo, pensé, pero no hice nada.

El tiempo que permanecí en tierra lo pasé cazando un conejo para comer y con el caballo que me habían prestado los guardias hacía unos días.
Decidí soltarlo y esperar que aguardase mi regreso.

Una vez que lo hice me dirigí al barco y arriamos las velas.

Horas después llegamos a la isla y tras un ataque de unos lobos hambrientos, llegamos al lugar donde al parecer se iba a llevar a cabo el ritual.
Fuimos engañados, y los sectarios nos tendieron una emboscada.
No fueron rivales difíciles, y capturamos a su líder para interrogarlo.
Había un extraño escrito en las pertenencias del líder que decía
“La sustitución de líderes ha comenzado”.

Mal presagio.

jueves, 22 de abril de 2010

Uridim, cuaderno de bitácora D&D 17.04.2010

Viajé a Ankhapur movido por la fama de la fiesta del nuevo año de aquella ciudad.

Todo era extraño en la urbe... demasiada gente iba y venía por todas las calles sin preocuparse por pararse un momento a preguntarse qué es lo que les movía, demasiado ruido en las calles, demasiada poca naturaleza, demasiados humanos.

No se muy bien cómo, acabé en una taberna bebiendo zumo de frambuesa tranquilamente en una esquina. En la taberna había gente que me llamó la atención: Un humano de apariencia fuerte, dos caballeros, un mediano dado a meter la mano en el bolsillo ajeno, una mujer con poderes mágicos y... y una drow...

El suelo retumbó y las ventanas se rompieron para dar pie a un pequeño grupo de kobolds que nos atacó. Los clientes de la taberna corrieron a esconderse, al igual que hice yo inicialmente.
Al observar que algunos de los clientes hacían frente a las criaturas (El humano fuerte, un caballero, el mediano y la maga), creí oportuno ayudarles con mi arco, y desde mi escondite intenté acabar con el enemigo.

No conseguí gran cosa, pero en definitiva las criaturas murieron.

Al salir de la taberna vi como un hombre de aspecto siniestro abría un portal y escapaba con los kobolds supervivientes. Llevaban capturado a un hombre de aspecto importante que más tarde supe que era el líder de la urbe.

Ayudé a agrupar los cadáveres de la población y a quemarlos. Cuando acabamos ante el grupo que habíamos combatido en la taberna, apareció un individuo que dijo ser Elmnister.

Nos contó que una secta llamada "El espertar del titán" (o algo similar) querían hacer renacer a un antiguo titan oculto bajo una montaña. Nos dijo también que para ello querían liberar a un demonio atrapado en una montaña... Nos dijo que tendríamos que colaborar con nosotros, y aunque le indiqué que me negaba a colaborar con una drow, me dijo que tendría que hacerlo... Acepté y se marchó.

El mediano de nuestro grupo se escabulló y forzó la puerta de la herrería de la urbe tras robar un par de carteras. Dentro quiso conseguir equipo para todos, el idiota del caballero se dejó llevar por sus ideales hipócritas y dijo que no iba a llevarse una armadura porque sí. El mediano dejó unas pésimas  botellas de vino como pago y me vi obligado a decir que el intercambio era justo para que se pudiesen equipar para la tarea que nos aguardaba. Encontré también un arco y lo cogí pensando que probablemente el herrero no hubiese sobrevivido a la noche.

El grupo nos volvimos a reunir, y tras conseguir que la milicia local nos diese dos caballos, partimos la ciudad vecina de Saelmur en busca de noticias.

Por el camino el resto del grupo fue tan estúpido que quiso acampar en un claro que era claramente territorio de caza de una manada lupina. Aunque inicialmente pensé que unos estúpidos como ellos serían un buen bocado para los lobos, recordé que Elminster había dicho que formábamos un grupo, y que el fracaso de uno implicaría el fracaso de todos. Finalmente les indiqué que sería mejor continuar.

Al llegar a la ciudad la desesperanza asoló mi corazón. También había sido atacada.

Me dirigí a la taberna local para tratar de obtener información, observando como la mayor parte del grupo se dirigía a otros quehaceres.
En la taberna mi pobre dominio de la comunicación con seres "racionales" hizo que no obtuviese ninguna información, pero aun no me daría por vencido.

Saludos

Bienvenidos a mi blog, Mensajes del Ansible.

Este blog tratará de juegos de rol y de narraciones de las vivencias de los personajes.

Sin más dilación procedo a esperar que disfruten con mi blog.